Por qué el FONCA no debe ni puede desaparecer


Por qué el FONCA no debe ni puede desaparecer

El grave momento que estamos viviendo como sociedad nos pide y exige ser solidarios, congruentes y reflexivos. En el ámbito cultural estamos comprometidos desde la creación, la producción y la difusión del arte, como elemento fundamental de la vida social. Por esto, hacemos presente nuestro compromiso a partir de la responsabilidad que el arte y la cultura deben asumir.

Nos preocupa la reducción presupuestal que se ha anunciado afectará a las estructuras del Gobierno Federal por el impacto que esto tendrá en programas, proyectos y acciones culturales. Esta circunstancia impactará en la actividad que se ofrece a los diversos públicos, así como en la vida profesional y creativa de los colectivos, artistas, investigadores y gestores que generan y difunden las obras y producciones.

Al mismo tiempo, no podemos dejar de manifestar nuestra preocupación por la duda sobre la continuidad del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

Consideramos que este modelo de operación, basado en el esquema de Fideicomiso/Mandato, nació con un interés claro en la ampliación del modelo de la gestión cultural pública.

A partir de reglas de operación y objetivos precisos, la razón de ser de Fideicomisos y Mandatos de ámbito público es posibilitar procesos que desde la dirección general de una instancia pública pueden desarrollarse, pero con mucho menor alcance y enfrentando numerosos problemas, sobre todo administrativos, para responder a las necesidades que verdaderamente tiene la comunidad cultural en su conjunto.

Existen diferentes puntos sobre los que, consideramos, es necesario reflexionar, para comprenderlos en su totalidad y defenderlos, en lo que implica la forma de sostenimiento de lo artístico-cultural en el país y las posibilidades, que desde lo operativo-administrativo, se generan gracias a la figura de Fideicomiso/Mandato:

1. El sostenimiento de lo cultural en México, desde el punto de vista económico, se basa, de manera prioritaria, en el apoyo de las instituciones públicas. La decisión se tomó para ampliar el concepto de lo artístico cultural a la mirada de múltiples visiones y posibilidades, y también para que no privara solo una postura comercial como el condicionamiento de la producción y la difusión. De este modo, existe el compromiso de alcanzar a públicos de toda nuestra sociedad.

Desde hace décadas se apoya al creador, al colectivo, a los públicos, para tener posibilidades de desarrollo y especialización en obras, proyectos, investigaciones, sostenimiento de espacios o iniciativas culturales independientes, programas, producción, presentación y difusión de las mismas. Si ese modelo fuese diferente, la producción solo estaría abierta al mercado y a las fundaciones privadas. Esto incidiría en lo que se produciría y lo que sería visto como arte y cultura, de una manera menos democrática, menos diversa.

Es cierto que la Secretaría de Cultura y sus diferentes direcciones generales apoyan proyectos de la comunidad, pero en específico para la contratación o el desarrollo de acciones puntuales, no de programas de largo aliento.

Existe una lógica de reparto de competencias. Las direcciones de la Secretaría de Cultura apoyan, a través de sus centros, la producción y presentación de proyectos de alcance nacional principalmente a través de la vinculación con los estados y los municipios. Pero el FONCA, y los modelos parecidos, atienden al creador y los colectivos en sus necesidades, programas y proyectos propios. En el complemento entre ambas formas de operación se gesta la base de la política y vida cultural en el país. Esta articulación debe ser siempre examinada, revisada y reestructurada a partir de las necesidades cambiantes de la sociedad y de los creadores, los entornos y las instituciones.

2. El modelo Fideicomiso/Mandato permite la multianualidad. Esto que asegura, a diferencia del proceso de una dirección general de ámbito público, que el recurso y los proyectos puedan articularse más allá del año fiscal, lo que es absolutamente necesario en el administrativo y en la operación para un desarrollo profesional, creativo y productivo. Una investigación creativa de discurso propio, el sostenimiento de un espacio o colectivo escénico, la operación de una editorial independiente entre otros modelos, necesitan certeza en el tiempo para su correcta conceptualización, dimensión y operación.

Las decisiones de qué proyectos se aprueban parten siempre de convocatorias nacionales y también internacionales, en procesos de decisión no individuales, sino tomados por consejos y jurados, que conforman creadores y gestores especializados.

Los compromisos entre el Fonca y las personas beneficiarias abarcan en su mayoría varios años fiscales, lo que responde a la necesidad real de creación, producción y de vida de un proyecto en el campo artístico-cultural.

3. En lo que respecta al rubro de la transparencia, es importante mencionar que el Fonca funciona con reglas de operación que son públicas y que se hallan definidas por diferentes consejos y órganos. En ellos participa la Secretaría de Cultura, representantes de la sociedad civil e instituciones, y siempre son acompañados por la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de la Función Pública. Además, el Fonca es revisado periódicamente por la Auditoría Superior de la Federación y la Función Pública a través del Órgano Interno de Control. Así, pues, las decisiones de las políticas y proyectos apoyados siempre son acompañadas y tomadas por integrantes de la comunidad cultural, tanto en las dictaminaciones de las convocatorias, como en las decisiones de gobierno.

En los últimos años la cantidad de solicitudes ha aumentado en más de un 100% y los recursos económicos del Fonca no han crecido. Lo anterior tiene que ver sobre todo con el aumento de oportunidades de formación artísticas que las universidades han venido ofreciendo a través de carreras vinculadas al campo artístico-cultural. A diferencia de los primeros años de existencia del Fonca, ahora se cuentan también con indicadores claros de repetición de becas, procedencia de los becarios, género, entre otros, que permiten ir modificando las políticas y convocatorias en relación con el análisis de las nuevas necesidades.

Todo proceso de dictaminación siempre debe ser revisable y mejorable, pero defendemos la pertinencia de los proyectos y creadores apoyados, los procesos de dictaminación realizados y su seguimiento desde la parte operativa del FONCA, en el sentido del cumplimiento de metas, la transparencia y el cuidado de recursos públicos.

4. Otro fenómeno que no debe perderse de vista es la fortaleza del FONCA para articular sus programas de becas con los diferentes estados del país, lo que genera una red de apoyo, acompañamiento, y profesionalización, que siempre deberá fortalecerse en favor de la descentralización y la debida atención de cada entorno.

En este sentido, consideramos importante poner énfasis en que el Fonca no beneficia únicamente a los integrantes del gremio artístico. Insistir en ese discurso ha sido nocivo y parte de un malentendido o una confusión no exentos de mala fe. Es falso que el recurso se quede sólo en el ámbito personal de las personas y colectivos que reciben una beca.

Al contrario, el efecto que tiene el Fonca llega a la sociedad en su conjunto: son los públicos, tan diversos como es el país, quienes se benefician, en primer término, de una oferta cultural amplia y sostenida y, en segundo término, del menor costo que implica el disfrute de las artes. Por ejemplo, en gran parte de la producción escénica una beca del Fonca se convierte en un subsidio que va directo a bajar los precios de la taquilla. Paralelo a este fenómeno, hay que señalar que los subsidios del Fonca tienen un efecto positivo en la economía pues también crean oportunidades laborales para quienes, sin ser creadores, realizan labores de apoyo en proyectos colectivos, ya sea en los rubros de la difusión, las relaciones públicas, el trabajo editorial, la asistencia técnica y administrativa, etcétera.

Conviene añadir que existen instancias internacionales que operan con el mismo modelo del Fonca, como podemos apreciarlo en el Canada Council for the Arts en Canadá y el National Endowment for the Arts en Estados Unidos; pero es innegable que el Fonca ha sido un referente clave para que en países como Chile, Argentina, Colombia y Costa Rica, hayan surgido, en el seno de sus respectivos Ministerios de Cultura, instituciones de reparto de becas y apoyos.

5. No hay instancia cultural más transparente, con más seguimiento y evaluación y con más resultados medibles que el FONCA. Por lo anterior consideramos de manera firme y convencida, que esta herramienta se debe entender y defender, desde su necesaria excepcionalidad y desde la necesidad del sostenimiento del campo artístico-cultural en todos los sentidos.

Amaranta Leyva

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